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Volúmenes ováricos infantiles: referencia por edad y desviaciones estándar

El crecimiento ovárico en la infancia y adolescencia es un proceso continuo, influenciado por la vida intrauterina, la presencia de hormonas maternas y, posteriormente, el despertar del eje hipotálamo–hipófisis–ovario durante la pubertad. El volumen ovárico es un parámetro ultrasonográfico de fácil acceso que sirve como marcador de actividad estrogénica; su aumento es uno de los primeros signos de desarrollo puberal y, por lo tanto, su interpretación adecuada resulta útil para la evaluación de pubertad precoz o retrasada. En este artículo se resumen los métodos de medición, la evolución fisiológica del volumen ovárico y se presenta una tabla de referencia que integra promedios y desviaciones estándar obtenidos de la literatura científica para distintas edades.

Tabla de referencia: volumen ovárico medio por edad

En la siguiente tabla se integran datos de diferentes estudios para construir rangos de referencia del volumen ovárico medio (MOV) con su desviación estándar (DE). Se incluyen valores para neonatos e infantes (estudio de Cohen et al. y revisión del OHSU), para niñas de 2 a 13 años (serie de Orsini et al. resumida en la base de datos pediátrica de OHSU) y para niñas de 5 a 16 años (estudio de Dixit et al.). Estas cifras reflejan poblaciones y etnias distintas; sin embargo, todas usan la fórmula del elipsoide y promedian ambos ovarios. La columna de intervalo indica el rango calculado como ±1 DE, que abarca aproximadamente el 68 % de la población.

Interpretación de la tabla

La tabla muestra una tendencia clara: el volumen ovárico permanece por debajo de 2 cm³ en las niñas menores de 6 años (con valores cercanos a 1 cm³ durante los primeros meses de vida), aumenta lentamente entre los 6 y 8 años y se incrementa de forma más rápida a partir de los 8–9 años. En la pubertad temprana (9–11 años) los MOV medios oscilan entre 1,8 y 2,5 cm³; a partir de los 12 años superan los 3 cm³ y alcanzan 4–5 cm³ en la adolescencia. Estas cifras deben interpretarse junto con la presencia de cambios uterinos (incremento del cuerpo y formación de endometrio), desarrollo mamario y niveles hormonales. Un volumen mayor de 4 cm³ en una niña prepuberal puede ser indicio de pubertad precoz central, mientras que volúmenes persistente menores de 2 cm³ en adolescentes con ausencia de caracteres sexuales secundarios podrían sugerir hipogonadismo.

Métodos de medición del volumen ovárico

La ecografía transabdominal o transvaginal permite visualizar los ovarios y medir sus diámetros máximos. En niñas y adolescentes se prefiere la vía transabdominal; un ultrasonido de alta frecuencia (5–7,5 MHz) con vejiga moderadamente distendida facilita la visualización. El volumen se calcula con la fórmula del elipsoide:

 

Se debe medir cada ovario en los planos longitudinal y transversal y promediar ambos para obtener el volumen ovárico medio (MOV). Cuando se reportan intervalos de referencia se suele incluir la desviación estándar (DE) o el intervalo de confianza al 95 %. Para fines clínicos, un MOV mayor de 1–1,5 cm³ en niñas prepuberales sugiere activación del eje gonadal[1]. Los estudios citados a continuación emplean esta fórmula y promedian entre el ovario derecho e izquierdo, a menos que se indique lo contrario.

Evolución fisiológica del volumen ovárico

Al nacimiento los ovarios están estimulados por las gonadotropinas maternas y presentan un volumen aproximado de 1 cm³. Durante los primeros meses de vida este volumen disminuye y, según una revisión radiológica, llega a ≈0,68 cm³ a los dos años[2]. En el periodo prepuberal (2–6 años) el volumen se mantiene bajo, habitualmente menor de 2 cm³; los folículos son pequeños (<9 mm) y las hormonas sexuales están suprimidas. Al aproximarse la pubertad, entre los 6 y 9 años, el MOV empieza a aumentar progresivamente, con valores >4 cm³ asociados a cambios uterinos y aparición de endometrio, signos de estimulación estrogénica. El modelo normativo de Kelsey y colaboradores calculó que el volumen aumenta de 0,7 mL a los 2 años a 7,7 mL a los 20 años, mostrando un crecimiento exponencial que se acelera en la pubertad. La comprensión de esta curva permite contextualizar los hallazgos ultrasonográficos según la edad cronológica y el desarrollo puberal.

Consideraciones clínicas en la evaluación de pubertad precoz

La pubertad precoz central (activación temprana del eje hipotalámico) se caracteriza por desarrollo mamario, crecimiento acelerado y avance óseo antes de los 8 años en niñas. La ecografía pélvica es un método no invasivo que complementa la historia clínica y el examen físico. Los hallazgos sugerentes incluyen:

  • Aumento del volumen ovárico: un MOV >1–1,5 cm³ es sugestivo de activación gonadal en niñas menores de 6 años. Valores >4 cm³ con folículos grandes (>9 mm) y volumen uterino aumentado son más específicos de pubertad avanzada.

  • Cambios uterinos: durante la infancia el útero tiene forma tubular con relación cuerpo/cuello cercana a 1. En la pubertad aumenta el cuerpo y se visualiza un endometrio de aspecto trilaminar cuando hay estrógenos endógenos.

  • Correlación con hormonas: los niveles basales y tras estimulación de LH y FSH permiten diferenciar pubertad central de pseudopubertad. La ecografía ayuda a monitorizar la respuesta al tratamiento con análogos de GnRH.

Limitaciones y variabilidad

La medición del volumen ovárico tiene variabilidad interobservador. Factores como el estado de llenado vesical, la obesidad y la resolución del equipo influyen en la precisión. Además, existen diferencias étnicas y geográficas; por ejemplo, el estudio de Dixit et al. en India reporta volúmenes ligeramente inferiores a los publicados por Orsini en EE. UU., lo que sugiere que cada población puede tener sus propios rangos de normalidad. Aun así, las tendencias de incremento con la edad son consistentes en todas las series.

Conclusiones

El volumen ovárico medido por ecografía es un parámetro útil para evaluar el desarrollo puberal y detectar pubertad precoz o retraso puberal. Durante los primeros años de vida el volumen es pequeño (<1 cm³) y disminuye después del nacimiento, pero a partir de los 6–8 años aumenta gradualmente debido a la activación del eje hipotalámico. Valores promedios y desviaciones estándar como los presentados en la tabla permiten comparar un resultado individual con la población de referencia. Sin embargo, siempre deben interpretarse en contexto, considerando otros parámetros ecográficos (volumen uterino, morfología, endometrio) y la evaluación clínica y hormonal. Un enfoque multidisciplinario que integre pediatras, endocrinólogos y radiólogos garantiza un diagnóstico preciso y un manejo oportuno de los trastornos de la pubertad.

Bibliografía

1.    Cohen HL, et al. US evaluation of pelvic structures in infants and children: part II. Ovaries and adnexa. Radiology. 1993.

2.    Orsini LF, et al. Morphologic and volumetric ultrasound study of ovaries from birth to puberty. Ultrasound Obstet Gynecol. 1984.

3.    Kelsey JL, et al. Ovarian volume throughout life: a validated normative model. PLoS One. 2013;8(1):e54023.

4.    Martins WP, et al. Ultrasonography of the pediatric female pelvis. Radiol Bras. 2009;42(1):13–20.

5.    Dixit A, et al. Uterine and ovarian parameters in healthy North Indian girls from 5 to 16 years by ultrasonography. J Pediatr Adolesc Gynecol. 2021;34(3):339‑345.

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